"Eran las sinco 'e la mañana..." Así empieza la conocida canción de Juan Luis Guerra, pero también podría empezar el día a día aquí en casa. Exactamente no es a las cinco sino a las seis. Todas las jodidas noches (porque a las 06:00 horas aún es de noche y todavía no se ha recogío ni mi gato) y durante doce años, se puede escuchar el sonido más hipermegacacofónico que mis orejas nunca han percibido: la vecina cerrando la persiana.
Es como un despertador. No falla. Bueno, falla los domingos. El chirrido se debe a que la tipa pasa de flexionar las piernas y baja violentamente la vetusta persiana, lo que provoca el golpe contra el suelo y ese respectivo cañonazo que nos sobresalta casi siempre. Más de una vez me han entrado ganas de hablarlo con ella, pero no sé muy bien por qué, no lo hago. Por cierto, la persiana la abre para sacar una scooter e irse a currar.
 |
La persiana de los huevos |
|
Aquí es que lo que mola parece ser que es hacer ruido. No importa cómo. Vivir en esta casa es como poner un zapping con el volumen del Home Cinema a toda hostia. Lo mismo oyes la carrera de la Nascar, un no parar de repique de campanas, un especial de Camarón con palmeros y todo, Callejeros, Ciudad de Dios, Reforma Sorpresa, Amores Perros, Speed... Todo esto con un Dolby Surround de esos que te cagas de una calidad impresionante, parece que lo estás viviendo!. Al principio y si no estás acostumbrado, asusta. Las pocas visitas que tenemos también lo flipan. Ahora que ya nos hemos adaptado a veces hasta nos reímos, pero siempre se nos escapa un "Madre mía" o un "Vengaaa". En definitiva, si no haces ruido eres un mierda y no vas a la moda. El frigorífico y el ordenador hacen ruido, mi mujer eructa y yo me tiro varios pedos al día. ¿A qué esperas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario