martes, 25 de junio de 2013

Huele mal y lo sabes

El país en el que vivimos está lleno de misterios. Iker Jiménez lo sabe. No reirse coño! Hay maniobras orquestadas por los poderosos que se nos escapan de la razón. Pero que no nos subestimen, que para ser españoles no somos tan tontos. Hemos ganado un Mundial de fútbol y todo! Lo que quiero deciros, es que vosotros al igual que yo, notáis que huele mal especialmente estos últimos meses. Y no es porque la vecina viva con quince perros, es otra cosa. Es la gente que sale en la tele o en los periódicos. La que viste con traje y corbata es la que huele mal. Siiiii en serioo! No todos claro, pero casi todos. Me atrevería a decir que los que peor huelen son los políticos, y eso que se echarán colonia de mil pavos, pero es aún más maloliente. Es como cuando cagas en casa de alguien (ya me salió mi lado escatológico otra vez), y dejas una peste impresionante. La quieres disfrazar con insecticida porque no tienes otra cosa a mano, pero la mezcla de olores es más repugnante que el de la mierda sola.
 En fin, que entre los ministros y en especial el de "Justicia" están formando una moñiga monumental, y esa es la que huele tan fuerte.
Este mago sí mola
Huele mal que se fueran de rositas: Gao Ping, la Infanta Cristina, Bárcenas, el conductor "kamikaze", la Paca, Blesa, los mossos torturadores... y un largo etc. ¿Qué coño está pasando? En especial, el caso del chino es la hostia. Como por arte de magia, ha desaparecido y no se sabe nada de él. Seguramente si meten al emplesalio en el trullo y tira de la manta se nos constipará Su Majestad. Y puede que si tira de la manta Bárcenas el cabrón, se desplome el edificio de la calle Génova como se derrumbó una parte de mi vecina Lorca, que por cierto, sigue esperando una respuesta a su grito de auxilio. Por eso y por muchas otras cosas, huele mal desde hace tiempo. Lo que tampoco podemos hacer es encender incienso cada vez que huela mal o fumarse un porro para evadirse de la realidad. Si olemos por la calle o en un restaurante a un tipo y nos da la peste, hay que explicarle que no puede andar tranquilamente por ahí, que va contagiando con su mal olor a los demás, que en la cárcel o en el SEPE le van a quitar la peste y va a oler como nosotros, a lavanda. Iker Jiménez puede encontrar el filón. Como le dé por hablar de las volatilizaciones de imputados o de la magia numérica en los papeles, va a tener trabajo hasta que se jubile. Es como ser profesor de autoescuela, un auténtico chollo! No quiero volver a oler mal cada vez que pase por la Asamblea Regional o por cualquier otro sitio. A veces me sorprende la peste en edificios que ni me imaginaba. Mi mujer y mi hija siempre me dicen que soy un obsesivo de los olores jejejej. Yo creía que sólo disponía del sentido del super-oído fino y el de quemar la sangre, pero con esto de la crisis se ve que se han sumado varios más. Me veo con unas mallas, un antifaz y una capa luchando contra el crimen, saltando desde el balcón y aterrizando en un contenedor de basura apestoso. Apestando como "ellos".

Telecaca

La tele ya no es lo que era. Bueno, la nuestra sí porque la tenemos casi quince años y parece que hasta ha echado más culo y todo la cabrona jejeje. Además, tiene un color desgastado que la hace única y desde hace tiempo, aparece en la pantalla una rayita simpática que deforma la cara de la gente y en ocasiones nos hace reír. Pero me refería a la programación. Recuerdo cómo estaba deseando llegar del colegio para ver los dibujos de Spiderman o Los Autos Locos. Luego llegaron los "zumbaos" de El Planeta Imaginario, Plastic o los extravagantes personajes de La Bola de Cristal. Es probable que programas como ésos me convirtieran en la persona enrevesada que ahora soy. A otros les desordenarían las pedradas en la cabeza "jugando" en el monte o las maratones de pajillas también en el monte. Pero lo que de verdad me gustaba ver cuando era pequeño con mi padre era La segunda oportunidad. La cabecera me encantaba. Ver el coche estampándose contra la roca me impresionaba. Qué recuerdos, verdad?
Cañoná
 Me estoy poniendo nostálgico, y yo soy más escatológico. La tele de ahora es una gran mierda. Pero no una mierda seca o pinchada en un palo, es una mierda blanda venida de un cólico, de las que no se puede coger por ningún sitio. De las que odias pisar porque se te meterá en el dibujo de la suela y pasarás un rato sacándotela con un palo primero y restregando contra la tierra después. Gracias al tdt, gozamos de más programas infantiles como El gato al agua o La mañana de la 1 que tanto nos hacen reír. Si antes teníamos a Los payasos de la Tele, ahora tenemos a los payasos del Gobierno. Si nos entretenían las historias de Tom y Jerry, ahora vemos a Rajoy y Bárcenas. El ex-tesorero es el ratón, por supuesto. Podría hacer cientos de símiles y nos partiríamos el culo todos, pero esto es serio. Este bombardeo de zurullos son los que tienen que tragarse nuestros hijos cada minuto, cada hora, cada día, en cada canal. Y no me parece mal que los niños tengan información sobre lo que está pasando en este vergonzoso país, pero ¿cómo les explicamos por ejemplo que el ministro de Hacienda se invente una ridícula jugada para que la hija del Rey no vaya a juicio por participar presuntamente en el robo de varios millones de euros y a mí me citan por decirle al vecino que no para de tocarme los cojones hijoputa? Como véis, he cambiado de canal porque pienso que los niños (ya no pido ni por nosotros) se merecen unos buenos gobernantes, se merecen una segunda oportunidad.

miércoles, 19 de junio de 2013

Forzar es malo

 No hay que forzar las cosas. Estaba pensando en qué escribir y en cierto modo, estoy forzándolo. Y no es porque no tenga historias gamberras que contar, sino porque parece que si pasan unos cuantos días y no escribo en este blog, me da la sensación de que estoy acabado, que no soy tan bueno, que soy un poco aburrido y no tengo chispa. Pretendo forzar una buena historia pero ahora mismo estoy en blanco. Lo de las historias gamberras os ha dejado con la intriga eh? jajajajaja
  Pero vamos al grano. Sobre todo, y lo más importante es no forzar tu cuerpo. Eres imperfecto. Cuanto antes lo asumas, mejor te vas a sentir. No hay que forzar una cagada por ejemplo. Si ya crees que has cagado, no sigas apretando. Probablemente no puedas sacar más. Al final puede que fuerces tanto, que salga semi-diarrea y empiece a picarte el culo durante unos minutos, pudiendo llegar incluso a una hora. Eso me contaron. Tampoco se debe forzar un saludo. Si la persona que te interesa no te saluda, no lo fuerces. El resto de los que se encuentran en ese lugar te verán, menos la persona que te importa y parecerás un psicópata si no paras de mirarla. No fuerces tampoco las marchas del coche si no eres un cani, consume más y la gente se te quedará mirando también. No fuerces tampoco un derrape. Perderás el control de tu único coche y darás las mismas vueltas de campana que tu cara cuando tu mujer te hostie. Forzar una borrachera está anticuado si has pasado de la treintena y al día siguiente no servirás para nada. Quítate esa camisa rosa ajustada. No te engomines los cuatro pelos que te quedan. Si fuerzas una sonrisa se te va a notar. Sacar músculo en la playa con una postura inusual aparentando estar relajado te ocasionará un calambre. Forzar una conversación puede resultar fatal, nunca lo pongas en práctica. Si vas en coche y no se te ocurre nada para romper el hielo, hazte el dormido, pero que no se te ocurra contar un chiste porque puedes caerle mal para siempre. Forzar a tu mujer para que baile puede repercutir en una sonora bofetada o un pellizco de monja. Forzar a tu hijo para que monte en bici sin patines, va a hacer que llegues a casa con el niño llorando sin parar, sus rodillas y codos en carne viva y tendrás a tu mujer gritándote gilipollas o subnormal. Hacerte el manitas en casa puede originar que te chafes un dedo o te de la corriente. Los gritos de tu mujer se transformarán entonces en carcajada. No se ha reído contigo pero se ha reído. Si eres avispao, aprovecharás para hacerle el amor.
 No fuerces la llave, la vas a partir y tu mujer te va a llamar otra vez gilipollas. No fuerces el Jes Extender, tu miembro no da más de sí.
 No fuerces nada tío, forzar es malo. No fuerces comentar esta historia porque no se puede.

jueves, 13 de junio de 2013

Diálogo entre Rajoy y Carlitos

Después de muchos meses en paro y deambulando por las calles, Carlitos acude a la llamada del Presidente Rajoy. Éste le pide paciencia a Carlitos, y Carlitos se caga en su puta calavera. Es entonces cuando da comienzo el siguiente diálogo:

MARIANO: Vamos a hablar susurrando. Juntos tú y yo. Sin mariconadas. Sin plasma por delante. Tú tienes una hija, un gato y una perra. Háblame de tu hogar.

Pasa la mano por los hinojos
CARLITOS: (Como fumado) Para que te cuente algo, tendrás que quitarte la chancla de la boca primero jajajajajajaaa. En fin, ¿Mi hogar? Mi hogar está hipotecado entre el  norte de Carthago y Los Dolores. Es una calle muy sencilla y humilde. Enormes mierdas de perro que se calientan al sol. Un descampado que huele a basura de día y a porros por la noche. Enfrente hay tres contenedores. Papel y cartón, envases de plástico, orgánica... La acera, querido Mariano, es negra. Negra como los cabellos de mi esposa. Hay solares inacabados con matojos como tú de altos en la ladera sur, coches abandonados en la del norte. Hay gatos salvajes. Mi hija cuando los ve engañafándose quiere ser como ellos. (Ríe)

MARIANO: ¿Cuándo te marchaste de allí?

CARLITOS: Hace tres minutos, dieciséis segundos y cuarenta y cinco centésimas. Voy a comprar el pan.

MARIANO: Te envidio Carlitos

CARLITOS: Vete a la mierda. ¿Sabes una cosa? Aún así, creo que es un buen lugar. Hay que pelear por él.

sábado, 8 de junio de 2013

Te pueden afeitar el culo en un segundo

-¡Estabas deseandico que pasara para salir escarbando! marrano! _le voceé.
 Os pongo en situación:
 Me dispongo a cruzar tranquilamente por un paso de peatones y veo a lo lejos un coche que va un poco lanzado. Decido esperar. Empiezo a oír un "chumba-chumba". Me sitúo al borde de la acera perfectamente alineado con la primera banda señalizadora de ese paso de cebra. Giro la cabeza mirando hacia el vehículo y adelanto mi pie izquierdo para darle a entender al conductor que quiero cruzar. Veo que el tipo no aminora y ya está acercándose. Permanezco estático porque aún aprecio la vida. El bólido parece que no se va a detener. El "chumba-chumba" suena ahora más fuerte. Al final, y dibujando un derrape, frena bruscamente sin pisar el cebreado, como si de un salto de longitud se tratara. El juez no levanta la bandera roja, por lo tanto no es nulo. Soplo y levanto mis cejas al mismo tiempo interpretando un "vaya un pavo".
  Descripción del pavo (de arriba a abajo): Veinteañero delgado con gorra, pelo muy corto excepto un largo mechón tintado que pasa por detrás de su oreja derecha, en la frente lleva unas gafas de sol, pendientes brillantes de los gordos, varias estrellas de cinco puntas tatuadas en el brazo izquierdo que cuelga por la puerta, esclava de oro, peluco, sortijas y  un porro en la mano. Camiseta de tirantes y tejanos, creo. Fin de la descripción.
 Empiezo a cruzar sin apartar la vista del morro del coche. Tengo la confianza de que no es tan estúpido como para darle al acelerador y atropellarme pero nunca se sabe, las cabezas no están muy bien últimamente. Además, hace tiempo que no sigo la evolución de las drogas de diseño y empieza a hacer calor. Siempre he dicho que esa combinación en esta zona es peligrosa. Levanto levemente la mirada para ver su cara y en ese momento le da una calada mientras me mira. Ese gesto queda muy de macarrilla y depende del peatón puede intimidar y eso.
 Y ahora es cuando transcurre la escena rápida: Apenas he terminado de rebasar el frontal del coche cuando el pavo sale disparado! Por unos milímetros no me pisa el talón con la rueda! He podido sentir el aire del coche al pasar por mi ojete! Al instante me doy la vuelta y le grito:
-¡Estabas deseandico que pasara para salir escarbando! marrano!

viernes, 7 de junio de 2013

La desesperación te va a matar

Esta historia sucedió hace dos veranos. Me encontraba en el bar de costumbre que hay al lado de casa, tomándome unas cervezas y echando unas risas con mi compadre cuando entró el repartidor de los granizados. Era un tío grande, calvo, y por supuesto iba sudoroso. Excesiva y misteriosamente sudoroso. Parecía el típico repartidor brioso de verano. Yo estaba sentado en el lugar también de costumbre, al final de la barra junto a las neveras. El tipo dejó los cubos de limón y horchata encima de la barra. No recuerdo muy bien si él mismo los metió en las neveras o fue el camarero. Es un dato que cobrará importancia más tarde. Luego entró al baño y salió al ratito. Ese es otro dato. Se pidió un par de tapas y algo de beber. Entonces empezó a gimotear de la calor, el trabajo, el estrés, que si necesitaba un ayudante... Enfoqué una oreja a la conversación.
-¿Hay trabajo para mí? _le pregunté
-Todo el que quieras y más _me contestó. Se abrieron unos cuantos grados más mis achinados ojos. Ví una luz. Llevaba un año en paro y pensé que tenía ante mí una oportunidad. Le comenté que estaba interesado en currar, que llevaba un tiempo buscando trabajo, que vivía cerca y me cortó diciéndome que me cambiara las chanclas por unas zapatillas y que volviera al bar antes de que él terminara su almuerzo. Corrí hasta la casa, y mientras me cambiaba de ropa se lo iba contando a mi mujer. Ella no entendía nada, pero le dí un beso y le dije que no se preocupara, que iba a volver a la hora de comer con veinte euros en el bolsillo.
 Excitado, volé hasta el bar y lo ví allí, en la puerta. Me invitó a subir a su camión y nos pusimos en marcha. En el primer cruce se saltó un ceda el paso de cierto peligro y me quedé mirándolo con recelo. Pensé que tenía la situación controlada y lo dejé pasar. Justo en la siguiente calle, pisó el acelerador y giró el volante hacia un motorista que circulaba tranquilamente. Sonó un golpe que me dejó más helado que los granizados que llevábamos atrás. Eran dos máquinas abismalmente descompensadas por volumen y peso. El resultado podría ser fatal.
-Le has dado! _le exclamé
-Sólo quería asustarlo _me dijo sonriendo.
 Ambos miramos por el retrovisor y vimos al motorista que se incorporaba y daba la vuelta. Nos alcanzó y parados en mitad de la calle empezó a discutir con mi "compañero". Le llamó loco, inconsciente, que si estaba mal de la cabeza... Pasaron unos pocos segundos hasta que noté cómo me pegaba al respaldo del asiento cuando le metió otro pisotón al acelerador dejando al motorista refutando solo. Vaya tela. Ahora estaba implicado en una persecución en toda regla. De repente, giró a la derecha entrando en una calle con señal de dirección prohibida y me gritó que saltara del camión en marcha porque nos íbamos a meter en problemas. No daba crédito a lo que me decía, pero antes de pedirle que me lo repitiera me lo ordenó otra vez. Sin pensarlo, y quizá movido por mi inapetencia de seguir con tal individuo, abrí la puerta y salté hacia un descampado que hay enfrente de casa dando dos volteretas. Me levanté rápidamente y me quedé mirando cómo se alejaba el camión a gran velocidad, con el motorista enfadadísimo pisándole los talones, gesticulando y tocando el pito llamando su atención para que parara. Entré y alterado le conté la historia a mi mujer. Me dijo que estaba tan desesperado por currar que me subía con cualquiera. Nos pusimos a reirnos. Volví al bar a contarle la historia a mi compadre y al terminar me preguntó:
-¿Es que no viste que ciego que iba?
-Yo que sé compadre. Yo ya estaba viendo los veinte pavos...

jueves, 6 de junio de 2013

"Haz ruido... hasta que te estallen los oídos"

"Eran las sinco 'e la mañana..." Así empieza la conocida canción de Juan Luis Guerra, pero también podría empezar el día a día aquí en casa. Exactamente no es a las cinco sino a las seis. Todas las jodidas noches (porque a las 06:00 horas aún es de noche y todavía no se ha recogío ni mi gato) y durante doce años, se puede escuchar el sonido más hipermegacacofónico que mis orejas nunca han percibido: la vecina cerrando la persiana.
 Es como un despertador. No falla. Bueno, falla los domingos. El chirrido se debe a que la tipa pasa de flexionar las piernas y baja violentamente la vetusta persiana, lo que provoca el golpe contra el suelo y ese respectivo cañonazo que nos sobresalta casi siempre. Más de una vez me han entrado ganas de hablarlo con ella, pero no sé muy bien por qué, no lo hago. Por cierto, la persiana la abre para sacar una scooter e irse a currar.
La persiana de los huevos
 Aquí es que lo que mola parece ser que es hacer ruido. No importa cómo. Vivir en esta casa es como poner un zapping con el volumen del Home Cinema a toda hostia. Lo mismo oyes la carrera de la Nascar, un no parar de repique de campanas, un especial de Camarón con palmeros y todo, Callejeros, Ciudad de Dios, Reforma Sorpresa, Amores Perros, Speed... Todo esto con un Dolby Surround de esos que te cagas de una calidad impresionante, parece que lo estás viviendo!. Al principio y si no estás acostumbrado, asusta. Las pocas visitas que tenemos también lo flipan. Ahora que ya nos hemos adaptado a veces hasta nos reímos, pero siempre se nos escapa un "Madre mía" o un "Vengaaa". En definitiva, si no haces ruido eres un mierda y no vas a la moda. El frigorífico y el ordenador hacen ruido, mi mujer eructa y yo me tiro varios pedos al día. ¿A qué esperas?

El hoyo de la calle de atrás

Hay algo en la calle de atrás que me perturba por lo menos dos veces al día. Antes de cruzar la esquina ya estoy pensando en él. Cuando acompaño a mi hija al colegio, no hay mañana que no me quede mirando hacia ese hoyo. Y a mediodía me pasa tres cuartos de lo mismo. Yo lo miro y él me guiña a mí. Y no sé por qué, pero me hace gracia la cara tan redondita que tiene. Porque según el ángulo por donde lo mires, parece que tiene una boquita y unos ojos, como cuando miras a las nubes o a las vetas de las losas de mármol. Hoy por ejemplo está lloviendo y se ha llenado de agua. Lógico verdad? Pero cuidado! que cuando digo que se ha llenado de agua, estoy diciendo que se ha llenado de vida!
 Fijo que si mirara a través de un microscopio vería millones de microorganismos de esos haciendo sus cosas de microorganismos: contaminar, desarrollarse, quizá algunos curran, o discuten de madrugada con la parienta... Y seguro que ahora en verano saldrán a pasear con la fresca acompañados de sus microorganismitos de pantalones cortos.
El susodicho
 Vamos, que no puedo engañarme más ni a vosotros tampoco. El hoyo no da ni asco! Al hoyo no lo quiere nadie. Ni es simpático ni tiene gracia. Ni siquiera tiene ojos ni boca. Sus microorganismos huelen mal, son feos y seguro que son del Barça. Si supiera lo que dicen los conductores o los peatones sobre él cada vez que alguien se tuerce un tobillo o dan un llantazo por su culpa, querría desaparecer. Fijo que le doy yo más vueltas al hoyo que el concejal de urbanismo, que ni sabrá de su existencia. Pero es que no puedo evitarlo, me da rabia tener que esquivarlo, porque está justo en mitad de la calle, riéndose de todos los vecinos. Solo sirve para llenarlo de vómito. Un día, cuando se me olvide esquivarlo se me cruzará un cable, lo taparé con cemento y le borraré esa sonrisa de mierda que tiene.