miércoles, 17 de julio de 2013

Quedarse con la mierda en los labios

¿Sabéis a lo que me refiero con el título? Uno que lleva demasiados meses sin un trabajo serio (sin contrato ni afiliado a la seguridad social y subiéndose por las paredes) puede sentirse varias veces que se ha quedado con la mierda (la miel se ha puesto más cara) en los labios. Mi amigo Cholla me ha encendido la bombilla esta mañana para contar esta historia no tan corta y sin moraleja. Ya no hablo de cobrar 1.200 euros, hablo de currar y cotizar al mismo tiempo unos mesecillos con el fin de poder cobrar algo cuando te den la patada, porque lo de trabajar cinco años seguidos como que uno no se lo plantea ahora mismo. Pero no por pesimismo, sino por realismo. La expresión de moda entre las personas  en edad de trabajar que se encuentran vagando por la calle en horario laboral es: "La cosa está muy mal". Atrás quedaron otras medio simpáticas cuando vivíamos en una burbuja como: "Hasta luego Lucas", "Por qué no te callas?", "Si hay que ir se vá, pero ir pa' na' es tontería", "Dónde están las llaves Salinas"... etc. A mí, personalmente me han ocurrido unos cuantos casos con los que seguro os podéis sentir identificados, pero para no aburriros mucho os contaré sólo tres.
 Primer caso: Que te llamen de una empresa de construcción (oficio al que te has dedicado durante toda tu vida, ya es un flipe), te digan que te presentes en la oficina porque están contratando personal, vayas emocionado, y al llegar te digan que necesitas un curso (que cuesta 150 euros y dura una semana), lo hagas pidiendo el dinero a un amigo, vuelvas otra vez entusiasmado a la oficina con el diploma en la mano y te digan que ya no necesitan gente, es quedarse con la cara de tonto y la mierda en los labios.
Subirse por las paredes
 Segundo caso: Que te llamen de otra empresa esta vez de andamios (oficio al que te has dedicado durante un tiempo, ya es otro flipe), te digan que te presentes en el contenedor que tienen por oficina (con la esperanza de que tu coche interprete la reserva como tú la interpretas), vayas emocionado, te pidan el número de cuenta, fotocopia del dni, tarjeta sanitaria, talla de zapato, de chaqueta, de pantalón, de mis huevos... Vuelves otra vez entusiasmado a casa y se lo cuentas a tu mujer mientras haces un baile improvisado y ridículo y tarareas una canción estúpida. El teléfono suena nuevamente y te dicen que te dirijas a la mutua para el reconocimiento médico en ayunas y con los calzoncillos limpios. Allí ves a otros como tú. Haces flexiones, te miran la boca, las orejas, los ojos, la espalda, los huevos... Bueno, los huevos no. Intentan pegarte unas ventosas en tu peludo pecho con un gel fresquito... jejejeje esa es la mejor parte. Que después de pasar unos días llames a la empresa porque ellos dijeron que te iban a llamar a tí, y te digan que al final no van a meter a nadie es quedarse con la mierda en los labios.
 Tercer caso: Que te diga un amigo que están metiendo gente en una empresa de andamios (oficio al que te has dedicado durante un tiempo, ya es un nuevo flipe) que se ubica sin rótulo ni nada que la identifique y además te den una dirección errónea en un enorme polígono industrial, te patees medio polígono porque tu coche ya ha interpretado la reserva y no puedes refinar gasoil de los arbustos cercanos, preguntes al camarero de un bar, a un guardia civil, a un limpiador, a un tío que pasa por tu lado y tiene cara de enterarse de algo que al final resultaba que no se enteraba de nada, a un gasolinero, a otro gasolinero, a un perro callejero ya en plan de "esto es la hostia jejejej". Te dicen que preguntes a los guardias de seguridad que ellos te pueden ayudar y hacen la ronda en coche por el polígono porque no tienen una caseta física, te subes al coche y ves a uno de ellos a la misma velocidad a la que te multó la policía local el mes pasado pero te da igual, te pones en paralelo a él en plan "película de coches que van a chocarse durante un rato hasta que uno de los dos termina en la cuneta", le indicas que pare para hablar... Respiras. Te señala amablemente en un mapa dónde se encuentra la nave que buscas y te dice que hables con el oficinista. El oficinista desde la ventana te recomienda que esperes al jefe que está al llegar. Lo esperas pacientemente dos horas y media en la calle porque quieres ese trabajo y no tienes nada mejor que hacer. Llega haciendo un trompo y se mete sin que te de tiempo a decirle nada. Al final te atiende durante seis segundos para decirte que ya te llamarán.
Eso también es quedarse con la cara de tonto y la mierda en los labios. ¿Y tú, te has quedado con la mierda en los labios? Pues no te relamas, eso es lo que quieren que hagas.

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