viernes, 12 de julio de 2013

Hasta la bola

 Te la clavan a la entrada o a la salida pero te la clavan. Se te clavan las palabras dañinas, los cristales de un vaso roto, una mirada, las llaves en los huevos, una canción estúpida, unas púas de acero en la obra, en la rueda, te clavan el paraguas en un ojo, un puñal por la espalda, un dardo en el corazón, te clavan por un cubata en el puerto, por un cenicero de recuerdo, por ponerte rulos, tetas, gafas, piños, por morirte. Por un disco, una foto en la feria, un perfume, por la guardería, por las comisiones en tu cuenta, en la ITV, por un videojuego, por el billete del bus, del metro, del tren, del cine, del parking... Se te clavan las pinchas de los higos de pala, una espina de pescado en la garganta, las de las rosas, limones, cactus, te clavan por leerte la mano, por el alquiler, por llenar la panza, el depósito del coche, por los libros de texto, vestidos de comunión, de boda, te clavan por un concierto, por un asiento para ver un partido, un carnaval, un balcón en la cuesta de los juzgados de Palma de Mallorca, en la Puerta del Sol, para ver las procesiones, el desfile del orgullo gay, la boda de la hija del rey del país de su puta madre...
 Te clava las uñas tu mujer en la espalda cuando lo haces en la cama, en el cuarto de la lavadora, en el de los niños, en el salón, en el suelo, en el ascensor, en el monte, en la playa, en la casa de tus padres, en la piscina, el tatuador te clava la aguja en el culo, la abuela te clava el peine, te la clava tu marido también en el culo cuando llega del trabajo, de viaje, de la cena de empresa, de la cárcel... Te clava las zarpas también el gato, el cangrejo sus pinzas, los colmillos del perro del vecino, una abeja su aguijón, el bebé los dientes en el pezón cuando mama, te clava con su factura el mecánico, el del peaje, el fontanero, el electricista, el gondolero, te clava con gusto Hacienda,
Clavada
el tendero, la compañía del agua, del gas, del seguro, la compañía telefónica, de la luz, el guía mulato, el taxista, el curandero, el camello, la farmacéutica, el butanero, el que vende clínex en el semáforo, el del servicio técnico, la modista con el alfiler, el peluquero te clava la punta de las tijeras detrás de la oreja, el toro en San Fermines si eres yanqui y vas ciego, la prostituta, el practicante varias veces porque no te encuentra la vena, se te clavan los juguetes de tus niños en la espalda al sentarte en el sofá, en el coche... Se te clava en el hígado la cuenta de la comida de tus suegros, las asas de las bolsas de la compra se te clavan en los dedos, o en la punta del zapato porque te van pequeños pero te molan, la hebilla en el ombligo, una astilla en el dedo, una rebaba, las gafas en la nariz, el frigorífico cuando lo levantas en peso por abajo, un broche en el pecho, la goma del sujetador, de las bragas, de las mallas, de los calcetines, el pendiente cuando duermes de lado, los muelles del colchón, se te clavan los pivotes negros de las calles del centro en las rodillas, te clava un chino por una diadema con luces que al minuto dejan de parpadear, te la clava Messi de falta...
 En conclusión, hay miles de personas, animales y cosas que se pasan la vida clavándote algo. ¿Por qué no empiezas a devolverles el daño que te hacen?