domingo, 26 de enero de 2014

Eddie, las ecuaciones y la segueta

 Esta mañana como estaba lloviendo, he cogido el coche y he llevado a mi hija y a sus dos amigas al instituto para que no se mojaran. Pobrecicas. Van tan divinas con sus mechas californianas, sus chaqueticas, sus mallas de estampado tribal y sus carpetas decoradas con pegatinas de cantantes adolescentes con los pelos que parece que se acaban de levantar de la siesta o de románticos vampiros sensibleros con menos sangre que Enjuto Mojamuto que... Ainss qué recuerdos. Al verlas me entró la nostalgia y empecé a acordarme de cuando iba al colegio con mis primeras greñas, la carpeta forrada con una página del Metal Hammer donde se veía el "The headless children" de W.A.S.P., la chaqueta vaquera heredada con el parche bordado de Scorpions, los pantalones vaqueros láser heredados, los libros de texto heredados... en fin, antes entonces todo se heredaba, hasta los calcetines. Cuando veo a los chicos de ahora pienso: -Joder! qué horteras que éramos! Eran finales de los 80.
 Mis primeros años de E.G.B. los hice en Elche y poco después al mudarnos a Cartagena en el Carthago, el colegio del barrio. Allí cursé 3º y 4º con buenas notas y una anécdota que mi madre cuenta cuando habla de mi niñez. Yo tengo un vago y borroso recuerdo de ello: Faltaban cinco minutos para salir porque habíamos subido las sillas a la mesa y me entraron unas ganas tremendas de mear. Le pedí permiso para ir al aseo a la profesora pero no me dejó. Entonces, convencí a unos cuantos compañeros para que me hicieron un corrillo y lo hice en una esquina. Supongo que al día siguiente hablaron con mis padres y eso. Fué una excepción, porque por lo general siempre he sido un buen chico, educado y responsable. A partir de 5º fui al que puedo atreverme a decir era el mejor colegio de la región, el situado en el Valle de Escombreras. Era inmenso, con lujosas instalaciones, era espectacular. Tenía grandes jardines, varias canchas de baloncesto, de hockey, de futbito, gimnasio, comedor, salón de actos, laboratorio... hasta una capilla! Era más grande que el barrio donde vivía! Por desgracia ya no existe, al ampliar la refinería demolieron los edificios y el poblado entero. Sólo quedan algunas fotos en internet de lo que una vez fué. Allí pasé mi mejor etapa estudiantil. No por lo académico, pues empezaba a flojear en las notas, pero aprendí mucho. Curioso verdad? Jugué en el equipo de fútbol del poblado, con una camiseta como la del Ajax. Llevaba un dorsal de cuero cosido con el número cuatro. Era el lateral derecho suplente. Iba cada semana dos o tres días a entrenar y salí una vez en un partido diez minutos en toda la temporada. Como no llevaba gafas, no me pasaban mucho. Creo que toqué el balón dos veces! Me gustaba mucho el inglés y la plástica, y de hecho es con lo que me he quedado a día de hoy. Y llegó la debacle. A todos nos puede pasar que empiezan a aburrirnos los profes, las matemáticas, la química o la gimnasia, pero si superas esa fase en la que todo te parece un rollo, triunfarás o por lo menos acabarás los estudios y así podrás optar a la universidad. Yo me incliné por el mundo del circo, concretamente por los payasos. Cometí el error de pasar el día haciendo reir en clase y no atender lo suficiente. Me aburría Amparo con sus ecuaciones y sus fórmulas, Marina con su historia y hasta Maruxa con su segueta en pretecnología. Eran buenos maestros, pero yo no estaba por la labor. Prefería hacer el tonto delante de las chicas, dibujar decenas de Eddies de Iron Maiden en mis libros o en cada mesa en la que me sentaba, porno o gore en libros ajenos, logos de bandas heavies en los asientos del autobús...
 Mi vida empezó a girar en torno al heavy y al dibujo. Hubo un momento en el que donde miraras, había algún boceto mío por ahí. Un día me llevaron incluso a representar al colegio en un concurso de dibujo y eso que no era un enchufado! Los enchufados (hijos de trabajadores de la refinería) que no tenían ni puta idea, siempre eran los elegidos para representar al colegio, y eso me dió alas para pensar que me valoraron por mi talento. No fui uno de los más populares, pero a todos caí bien y con casi todos me llevé bien. Tengo un buen recuerdo de esa época. Me atasqué en 8º y al final me echaron de una patada como en el instituto, cuando en mi primer año de administrativo hice una mierda de curso. Ahí ya empezaba a pasar de todo, entraba y salía cuando me apetecía, me dejé crecer el vello por todas partes, empecé a aullar como un lobo loco... pero esa es otra historia.

martes, 21 de enero de 2014

Es fácil salir del rebaño si sabes cómo

  Mi fama de paranoico que cree que un grupo de poderosos está siempre maquinando para controlar todos nuestros movimientos no es nueva. El que me conoce un poco sabe que pienso que las cosas no son porquesí. Sostengo que todo es por algo, que las cosas no son tan sencillas, porque pudiendo complicarlas y hacerlas más despiadadas no tiene sentido imaginar que vivimos en un mundo guay, donde la gente es guay y hasta yo soy guay. Nos consideramos unos tíos listos, que entendemos de todo, que no caemos en trampas y que no nos la van a pegar así como así. Ingenuos de mierda... ¿Qué creéis? Cuando nosotros vamos ellos ya han vuelto! Todo está manipulado para que el rebaño, o sea nosotros, sigamos comiendo su hierba. Porque como se te ocurra salirte del rebaño para probar la hierba que has visto con una pinta que te cagas al otro lado del camino, ya tienes al perro que de un ladrido te pone en vereda. ¡Pero si el perro es mi colega y lo conozco hace tiempo! -dices- Y es verdad, pero el perro está ahí para eso, para que no te descarríes. Es como cuando vas acompañado de tu mujer a la discoteca y el portero te saluda y hasta te abre la puerta, sucede todo lo contrario cuando vas solo o con un colega, no pasas ni de coña. Solo es muy difícil luchar y conseguir cosas, siempre será mejor contar como mínimo con uno más, como Guevara & Castro o Andy & Lucas.
  Yendo solo por la vida lo único que te puede pasar es que te absorba una secta. Así como suena. No todas tienen una cruz encima de la puerta para que te cosques, las hay de todo tipo. Otro día me extenderé sobre el mundo de las sectas que no es moco de pavo. Me quiero centrar en una de las más peligrosas: "Android". Antes no existía toda esa mierda de sistemas operativos, antes jugábamos al "churrová", al "calimbre", a "la mosca" o a "la una la mula" sin necesidad de ningún aparato ni nada, sólo tenías que tener cuerpo y aguantar lo que te echaran. Eran otros tiempos, éramos más paletos, éramos más felices. Las aplicaciones y los juegos para móvil de frutitas, bolitas, granjitas y sobre todo las apps que te permiten chatear, hablar como Coelho y colgar fotos falsas e insulsas son las que te engancharán de verdad y te agilipollarán de tal modo que te anularán como persona si es que alguna vez lo fuiste. ¡Sí, sí! te cegarán y para tí no existirá nada más que pasar las horas agrupando bolitas de colores de tres en tres para reventarlas. Es una pena, porque en el mundo están sucediendo cosas interesantísimas y te las estás perdiendo por culpa de la puta secta androide. Pero... ¿cómo puedes evitarlo? Facilísimo. Cuando te empiece a salir lana de la espalda sabrás que es la señal para parar y estampar el móvil. Porque como no pares, vas a ingresar en el rebaño y vas a tener una vida de mierda, te van a salir cuernos, y vas a estar pegado a un aparato de mierda que te ha costado un huevo y el otro te lo está chafando y del que no podrás soltarte si no cumples un contrato o pagas una cláusula. Eso es justo lo que quieren. ¿No prefieres disfrutar de lo que mola de verdad como beber cerveza con los amigos 3D, follar o salir al monte con tu perro? Puede que ya sea tarde, que tu móvil le haya ganado el pulso a tu cerebro, pero mientras saques tiempo para esas cosas, tu cerebro crecerá y podrá pensar, exponer ideas e incluso coordinarse con tu boca para hablar con alguien. Sorprendente!

jueves, 9 de enero de 2014

Rodeado de putos amarillos

 Hoy me estrechan un poco más el cerco. Estaba tranquilamente echando unos currículums por e-mail cuando llaman al timbre. Es entonces cuando empieza el ritual: La perra sale disparada ladrando hacia la puerta y yo le gruño intentando que deje de alborotar. Voy hasta la puerta procurando no hacer ruido para que el llamador no sepa si en la casa hay alguien o no, pues la idea es echar un vistazo por la mirilla antes de abrir. Porque yo soy de los que si veo que el llamador es algún personaje que no me interesa, no abro. La mirilla no acompaña, pero distingo a un tipo alto, moreno y con gafas: el vecino de las patas largas. El vecino de las patas largas es un señor de unos cincuenta y pocos, que en verano lleva bañador y dos tablas de surf en lugar de chanclas. Vive dos calles más abajo y guarda su coche justo delante de mi casa. Me lo cruzo casi a diario andando o embutido en su Clio azul, pero nunca había articulado palabra alguna con él, siempre nos hacemos un tímido saludo levantando las cejas. Abro la puerta (atrapando a la perra con el pie contra la pared para que no se escape) y me encuentro con que ya se había dado la vuelta en dirección a su cochera:
La rayica pintadica. Falta la otra.
-Dime! -le berreo-
-Hola, es que... que... que...
 Madre mía! es tartamudo y apenas tengo tiempo para ir a por mi hija al instituto. Por suerte, y gracias a la habilidad que tengo para intuir y anticiparme a lo que me dicen, conseguimos entendernos rápidamente. Voy a resumir la conversación para no parecer burlón. Resulta que el Ayuntamiento le ha obligado a poner una chapa de vado y a pintar el asfalto porque al meter el coche pisa la acera... o yo que coño sé, y me pedía permiso para pintar en mi lado de la calle. Yo le he dicho que mientras no me pintara la fachada de amarillo me daba igual. Me ha repetido varias veces lo mismo con tartajeo incluído. Se me ha hecho eterno! Soy un poco cabrón a veces, pero no tanto como para reirme en su cara ni en la de nadie. Además, aprendí a reirme por dentro, una técnica que vi hacer en Crónicas Marcianas a Jose, el novio militar que tuvo el polifacético artista-curandero-tertuliano-minero-gilipollas Paco Porras y que casi ahoga el Cárdenas en aquel "crucero" por el Mediterráneo atado a una lancha en FBI. Estuve partiéndome el culo con esa escena un tiempo, y es que me encantan las frikadas jajajajaja. Bueno, ahora me he asomado y estaba el tío pintando una de las rayitas con su mujer y dos jubilados de la zona que daban órdenes sin parar. Me cuenta que va a ser una pintada disuasoria, que no me va a denunciar si aparco. Pero después de un episodio airado con su hijo y lo poco amigos que somos... ¿quién se arriesga? No me fío ni un pelo. En fin, que entre el vado de los pijos de al lado, éste nuevo, el del viejo revolucionario de la esquina y los del pirata de la otra manzana, me han arrodeao y me tocará dejar el coche lejos de la puerta o en el solar de enfrente para que los simpáticos perritos (con permiso de sus simpáticos dueños) se meen en mis ruedas. Así funciona la contemporaneidad, hace que todo ésto se parezca cada vez más a una ciudad.